Friday, February 23, 2007
¿La muerte de una estrella?
No. Esta es la muerte de una estrella.
A veces hay que poner las cosas en perspectiva
Perry: Perspectivatin'
Monday, February 12, 2007
La tregua
tregua.
(Del gót. trĭggwa, tratado).
1. f. Suspensión de armas, cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente la guerra.
2. f. Intermisión, descanso.
Uno de los libros que más me gustan de Mario Benedetti se llama, precisamente, La tregua, en él, se narran las aventuras y desventuras de Martín Santomé en un periodo donde él comenta que Dios le dió una tregua de su amargo destino.
En la navidad de 1914, en plena 1a guerra mundial, soldados franceses y alemanes del frente oeste de la guerra vivieron una tregua navideña donde, según se cuenta, se juntaron a cantar villancicos en sus lenguas diferentes y encontraron una inesperada sensación de armonía pensando que, si por ellos fuera, extenderían la tregua para siempre en un espíritu de camaradería y amor fraternal.
Yo vengo de una escuela jesuita, donde el lema es "Milita est vita", que en español quiere decir "La vida es lucha", vivo en un país donde nuestro hermoso y muy poco apropiado himno nacional tiene un verso que dice "Guerra, guerra, sin tregua al que intente, de la patria manchar los blasones" Independientemente de que no sé qué es un blasón, ni por qué tienen que mantenerse tan limpios, las treguas en mi vida no son algo normal, no son algo que pasa.
Por eso son tan valiosas cuando ocurren... Las batallas personales acaban siendo contra alguien cuando deberían ser contra algo: el recuerdo de un error, una vieja cicatriz, cosas que no debí haber hecho, cosas que me gustaría no saber, cobardías, mentiras, orgullo, el pasado incambiable, el indeseable futuro probable, el presente vacío. Las batallas nunca cesan, y las treguas a veces son tan inesperadas como deliciosas, un momento en el que se puede ver que no somos enemigos, el enemigo está dentro de ti y dentro de mi, pero si cada uno puede salirse de la batalla por un momento, podríamos ver que todo está bien, que seguimos siendo aquellos que fuimos antes de declararnos la guerra, que los villancicos que cantamos siempre han estado ahí, si tan sólo calláramos las armas lo suficiente para escucharlos...
La tregua puede ser maravillosa, pero temporal. Finalmente la guerra no terminará hasta que alguno se rinda. No deja de ser irónico que la única forma de que ambos ganemos la guerra es que nos rindamos el uno al otro.
Perry: Makin' love, not war...
(Del gót. trĭggwa, tratado).
1. f. Suspensión de armas, cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente la guerra.
2. f. Intermisión, descanso.
Uno de los libros que más me gustan de Mario Benedetti se llama, precisamente, La tregua, en él, se narran las aventuras y desventuras de Martín Santomé en un periodo donde él comenta que Dios le dió una tregua de su amargo destino.
En la navidad de 1914, en plena 1a guerra mundial, soldados franceses y alemanes del frente oeste de la guerra vivieron una tregua navideña donde, según se cuenta, se juntaron a cantar villancicos en sus lenguas diferentes y encontraron una inesperada sensación de armonía pensando que, si por ellos fuera, extenderían la tregua para siempre en un espíritu de camaradería y amor fraternal.
Yo vengo de una escuela jesuita, donde el lema es "Milita est vita", que en español quiere decir "La vida es lucha", vivo en un país donde nuestro hermoso y muy poco apropiado himno nacional tiene un verso que dice "Guerra, guerra, sin tregua al que intente, de la patria manchar los blasones" Independientemente de que no sé qué es un blasón, ni por qué tienen que mantenerse tan limpios, las treguas en mi vida no son algo normal, no son algo que pasa.
Por eso son tan valiosas cuando ocurren... Las batallas personales acaban siendo contra alguien cuando deberían ser contra algo: el recuerdo de un error, una vieja cicatriz, cosas que no debí haber hecho, cosas que me gustaría no saber, cobardías, mentiras, orgullo, el pasado incambiable, el indeseable futuro probable, el presente vacío. Las batallas nunca cesan, y las treguas a veces son tan inesperadas como deliciosas, un momento en el que se puede ver que no somos enemigos, el enemigo está dentro de ti y dentro de mi, pero si cada uno puede salirse de la batalla por un momento, podríamos ver que todo está bien, que seguimos siendo aquellos que fuimos antes de declararnos la guerra, que los villancicos que cantamos siempre han estado ahí, si tan sólo calláramos las armas lo suficiente para escucharlos...
La tregua puede ser maravillosa, pero temporal. Finalmente la guerra no terminará hasta que alguno se rinda. No deja de ser irónico que la única forma de que ambos ganemos la guerra es que nos rindamos el uno al otro.
Perry: Makin' love, not war...
Friday, February 02, 2007
When I was 26, it was a very good year...
Acabo de cumplir 26 años, y siento la imperiosa necesidad de escribir un post cursi y alegre porque, neta, esto va muy bien. Entiendo que los cumpleaños a veces son el pretexto para recibir muestras de afecto vacías o para obligar a la gente a que nos trate bien, que es como ser famoso por un día, y que tal vez dos días después nadie se acuerde de ti.
También entiendo que cumplir años es envejecer, y que cada año que pasa no sólo es un año más, sino también es un año menos. Un año menos de vida. Un año menos de lo que sea que te guste hacer. Creo que es común entre mis coetáneos la añoranza del pasado ideal, el mito de que todo tiempo pretérito fue mejor. Existe la noción del desgaste, del "ya no aguanto las desveladas como antes", de las pláticas de dietas e hijos, en lugar de pedas y viejas.
Pero, ahora que tengo 26, veo cosas en mi vida que me gustan mucho y que no podía tener a los 17, ni a los 21. En estos días he recibido felicitaciones y regalos de gente que ni sabía que se acordaba de mi, de personas que creí haber perdido y de gente que está muy, muy lejos físicamente, pero que realmente están tan cerca como siempre. Este año de mi vida está empezando con topos cumpleañeros, películas interesantes, llamadas transatlánticas, anónimos resucitados, galletas inesperadas, cartas profundas, mañanitas grabadas y cantadas a capella, mensajitos en la madrugada, cenas de proporciones épicas, nicks dedicados y muchísimas llamadas, mensajitos, tarjetas, correos y abrazos. Hoy, que tengo 26, mis amigos me dicen "te quiero" y no es putería. Hoy, que tengo 26, puedo irme a esquiar a Ruidoso en Año Nuevo. Hoy, que tengo 26, querer es una aventura y no un suplicio. Hoy, que tengo 26, puedo ir al koko y no estresarme de más por la cuenta. Hoy, que tengo 26, voy a esperar a 30 personas en un antro y no 150 en una casa, pero cada una de ellas es importante. Hoy, que tengo 26, no escojo mis amigos por cercanía de bancas en el salón. Hoy, que tengo 26, quiero a mi familia aunque no estemos de acuerdo. Hoy, que tengo 26, puedo hacer lo que yo quiera, pero sé qué es lo que me conviene.
Hoy, que tengo 26, sé que esto sube y baja, pero que al final todo está bien. Que, afortunadamente, las alegrías son diferentes cada día y la tristeza es siempre la misma. Sé que no tengo ni puta idea de dónde voy a estar dentro de un año, pero que si puedo recibir aunque sea la mitad del cariño que recibí en estos días, el 31 de enero del 2008 va a ser un excelente día, y eso ya es algo a qué aspirar.
Perry: (8) Sometimes life can be deceiving, but... it's always better when we're together (8)
También entiendo que cumplir años es envejecer, y que cada año que pasa no sólo es un año más, sino también es un año menos. Un año menos de vida. Un año menos de lo que sea que te guste hacer. Creo que es común entre mis coetáneos la añoranza del pasado ideal, el mito de que todo tiempo pretérito fue mejor. Existe la noción del desgaste, del "ya no aguanto las desveladas como antes", de las pláticas de dietas e hijos, en lugar de pedas y viejas.
Pero, ahora que tengo 26, veo cosas en mi vida que me gustan mucho y que no podía tener a los 17, ni a los 21. En estos días he recibido felicitaciones y regalos de gente que ni sabía que se acordaba de mi, de personas que creí haber perdido y de gente que está muy, muy lejos físicamente, pero que realmente están tan cerca como siempre. Este año de mi vida está empezando con topos cumpleañeros, películas interesantes, llamadas transatlánticas, anónimos resucitados, galletas inesperadas, cartas profundas, mañanitas grabadas y cantadas a capella, mensajitos en la madrugada, cenas de proporciones épicas, nicks dedicados y muchísimas llamadas, mensajitos, tarjetas, correos y abrazos. Hoy, que tengo 26, mis amigos me dicen "te quiero" y no es putería. Hoy, que tengo 26, puedo irme a esquiar a Ruidoso en Año Nuevo. Hoy, que tengo 26, querer es una aventura y no un suplicio. Hoy, que tengo 26, puedo ir al koko y no estresarme de más por la cuenta. Hoy, que tengo 26, voy a esperar a 30 personas en un antro y no 150 en una casa, pero cada una de ellas es importante. Hoy, que tengo 26, no escojo mis amigos por cercanía de bancas en el salón. Hoy, que tengo 26, quiero a mi familia aunque no estemos de acuerdo. Hoy, que tengo 26, puedo hacer lo que yo quiera, pero sé qué es lo que me conviene.
Hoy, que tengo 26, sé que esto sube y baja, pero que al final todo está bien. Que, afortunadamente, las alegrías son diferentes cada día y la tristeza es siempre la misma. Sé que no tengo ni puta idea de dónde voy a estar dentro de un año, pero que si puedo recibir aunque sea la mitad del cariño que recibí en estos días, el 31 de enero del 2008 va a ser un excelente día, y eso ya es algo a qué aspirar.
Perry: (8) Sometimes life can be deceiving, but... it's always better when we're together (8)
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